Paseos curiosos por Barcelona (11ª parte)

¿Si hoy en día casi todo el mundo lleva consigo un reloj de pulsera, para qué sirven los relojes que encontramos diseminados por las grandes ciudades? Diría que, en primer lugar, forman parte de su historia y, en segundo lugar, son un signo de identidad. ¿Podríamos imaginar Londres sin los relojes de la torre del Palacio de Westminster o Praga sin su reloj astronómico sobre la pared del Ayuntamiento? Pero si, además, estos relojes se mantienen vivos pueden ser útiles para los ciudadanos. Pueden servirnos para confirmar que nuestro reloj de pulsera está en hora. Es más, en una época en la que no existía un total consenso sobre la hora oficial, resultó de mucha utilidad el siguiente reloj:



A pesar de que, en 1886 existía un servicio cronométrico, la "Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona" decidió crear un sistema que corrigiera el desbarajuste horario de finales del siglo XIX y, en 1891 la Academia firmó un convenio con el Ayuntamiento de Barcelona declarando como hora oficial la de este reloj. La iniciativa fue de Josep Ricart i Giralt, y su motivación era sobre todo mejorar la navegación. Efectivamente, los barcos que llegaban a Barcelona enviaban sus cronómetros al observatorio de Ricart, y los recogían antes de zarpar, pues el conocimiento de la hora exacta en el meridiano de origen resultaba de vital importancia para determinar la posición en altamar, concretamente para averiguar la longitud, pues la latitud se ha fijado siempre fácilmente a través de las estrellas. (Si alguien está interesado en profundizar sobre este tema recomiendo el libro "Longitud" de Dava Sobel).
Sin embargo, la precisión del reloj del frontispicio del edificio situado en el 115 de La Rambla, que actualmente también acoge al teatro Poliorama, era de un minuto, mientras que otro reloj, que se alojaba en la biblioteca, tenía una precisión de un segundo. Para ajustar ambos relojes se acudía al servicio de la oficina de comprobación de cronómetros de Ricart. Pero luego se utilizaron las observaciones astronómicas hechas desde la cúpula del edificio, y a partir de 1926 a través de la recepción por radio de las señales horarias. Eduard Fontseré, que después destacó como meteorólogo, trabajó en este observatorio, y también corrieron a su cargo el mantenimiento de la hora de diversos relojes públicos.
La academia, pero, también alberga otra joya, el reloj Billeter.


Se trata de un enorme reloj astronómico situado en el vestíbulo y creado en 1859 por un relojero suizo, Albert Billeter, para el Senado español. Tras el éxito de su primer reloj astronómico que fue a parar al Congreso, se le encarga otro de similares características, sin embargo, la tardanza en su entrega hizo que fuera rechazado debido a los cambios en la situación política del país y acabó en manos de la familia Moragas que lo expuso en el Pabellón de Ciencias de la Exposición Universal de 1888. Posteriormente fue cedido en depósito a la Real Academia de Ciencias y Artes que lo adquirió en propiedad en 1926.

Detalle del sistema Tierra-Luna del reloj astronómico
Mecanismo del calendario perpetuo

Su complicada mecánica hizo que solo funcionara esporádicamente hasta que, en 1859, el académico Ramón Jardí corrigió algunos defectos técnicos. En 1985 fue restaurado por profesores de la Escuela de Relojería Verge de la Mercè.
Si descendemos por Las Ramblas llegaremos finalmente hasta el número 2 (plaza del Portal de la Pau) donde encontramos la Antigua Fundición de Cañones:


El 6 de octubre de 1934, enfrentamientos entre fuerzas militares y activistas atrincherados en la Comandancia y en la sede del CADCI (donde ahora se encuentra el sindicato UGT) destruyeron el reloj del frontis cuya esfera medía 1,30 m. de diámetro. Hasta 1990 no se restauró la fachada y se recuperó el reloj.
Si nos acercamos hasta el mar podremos ver la Torre del Reloj del puerto, en el "Moll de pescadors" de la Barceloneta.


Construido originariamente como un faro en 1772, al realizarse las obras de ampliación del puerto en el siglo XIX, la torre quedó en el interior del puerto y se adaptó para albergar los cuatro relojes de sus caras. Como curiosidad, éste fue uno de los puntos escogidos en Barcelona para las observaciones trigonométricas para definir el metro con relación a la longitud del meridiano.
También junto al mar, pero en la playa de Bogatell encontramos un curioso reloj de sol, que en apariencia podría pasar por una escultura moderna:




Es un reloj de hormigón y acero inoxidable, con una base circular de 6,80 m de diámetro, instalado en 1993 por el Ministerio de Obras Públicas y Medio Ambiente, y el Ayuntamiento de Barcelona. Se trata de un reloj bifilar, diseño de Rafael Soler Gayà, que, a diferencia de los clásicos relojes de sol, carece de manecilla, y la hora la da la intersección de dos sombras originadas por una recta horizontal norte-sur, situada a dos metros de altura, y una parábola este-oeste, con un vértice a un metro de altura. Sobre la plataforma están marcadas las horas cada cuarto de hora y los 12 meses zodiacales. (Si queréis intentar entender cómo funciona un reloj bifilar os dejo este enlace a: Oido al tambor)
De regreso al centro, subimos por Vía Laietana y en el nº 69 encontramos situado el suelo, encima de la acera, el siguiente reloj:


Se trata de un reloj luminoso de estilo art decó de dos metros de diámetro fabricado en hormigón y cuarzo con los números y la decoración en dorado. El reloj fue un encargo de la Banca Rosers al maestro relojero Juan Cabrerizo y se inauguró en 1935 como reclamo publicitario (en el centro se ve la imagen de Hermes y el escudo de Barcelona). Inicialmente tenía un carrillón de madera en la azotea que iba dando las horas por lo que se hizo muy popular en la época. En 1936 entra en desuso, y el Banc Comtal, sus nuevos propietarios, realizan un muro impidiendo el acceso a la maquinaria. Finalmente el reloj dejó de funcionar y se mantuvo así hasta que en 1989 la Generalitat encargó la restauración al hijo del constructor, lamentablemente en la base únicamente se cita al "departament de governació" como artífices de tal restauración. Actualmente dicho departamento, que ocupaba el edificio frente al reloj, se ha trasladado y el reloj no parece que funcione. Deberían iluminarse las horas que son los círculos grandes y los minutos que los rodean y son más pequeños.
Muy cerca, y para finalizar esta primera entrada dedicada a los relojes de Barcelona, nos acercaremos a la Plaza Catalunya donde todos hemos podido ver, alguna vez, el reloj del BBVA:





Situado sobre la torre del edificio, fue inaugurado en 1971 y colocado por el arquitecto Eduard Muntada Lluch, tiene como principal característica que es un reloj giratorio. Posteriormente, en 1983, se substituyó por otro, réplica del original. Sus dimensiones son de 4,7 m. de diámetro, pesa 1844 kg. y la manecilla larga mide 2 metros. El reloj únicamente aparece en una de sus caras reservando el dorso para publicitar el banco. Dentro de la esfera del reloj hay un motor que mueve las agujas, sin embargo, el mecanismo que fija la hora con exactitud se encuentra en el interior del edificio. Su principal elemento es un reloj patrón de cuarzo que tiene un doble movimiento que permite en todo momento asegurar el servicio horario. Desde 1980, la noche del 31 de diciembre este reloj da las campanadas para despedir el año.
A continuación la prueba de que se mueve:



Bibliografía:
Paseos por la Barcelona científica de Xavier Durán y Mercè Piqueras. Publicado por el Ajuntament de Barcelona.
Paseos insólitos para descubrir Barcelona de Josep M. Huertas. Editorial Optima
Todas las fotos y vídeos son míos excepto las fotos del reloj Billeter que las he sacado de: http://www.eduardfarre.com/pdf/EFarre_Billeter1.pdf

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