Los placeres de la vida

Es un lujo disponer de tardes libres y, de vez en cuando, me regalo alguna para mí. Ayer fue una de esas tardes a las que debería empezar a ponerles la etiqueta de: "tardes bien aprovechadas". Tras salir del trabajo me dirigí a comer a La Esquinica, ese maravilloso bar de tapas que todos conocemos y situado en la calle Fabra i Puig, 296. Como hacía un día muy agradable decidí sentarme en la terraza y, cuando el camarero vino a pedirme nota, no dudé entre tapa pequeña o grande: si me iba a dar un homenaje, qué caray, tapica grande.



Recordad que suele haber mucha gente y no reservan mesa, por lo que mi estrategia es, siempre que puedo, llegar pronto. Ayer, a pesar de ser ya las dos, no tuve problemas para sentarme.
De ahí me dirigí hacia Gracia donde, en los cines Verdi, decidí ver una película de animación: El Ilusionista (L'Illusioniste).





Ésta es una adaptación animada de un guión de Jaques Tati y dirigida por Sylvain Chomet (Bienvenidos a Belleville) en la que su protagonista, un ilusionista al que le cuesta atraer al gran público, se ve obligado a viajar hasta Escocia, donde conocerá a Alice, una chica con la que establecerá una relación paterno-filial. Sin apenas diálogos (Alice habla en gaélico) las imágenes cautivan por su belleza. Chomet consigue, además, rendir un doble tributo: por un lado al propio Tati y por otro al (decadente) mundo del music hall.



Tras disfrutar de la película, que por cierto tan solo dura 80 minutos, fui tranquilamente hasta el Ateneu Barcelonès donde iba a tener lugar la presentación del nuevo libro de Isidre Grau: "Els amants volàtils"



Como recordareis, hace unos meses tuve ocasión de conversar, junto con el resto de componentes del grupo de literatura al que pertenezco, con Isidre Grau. En aquella ocasión el libro que teníamos entre manos era "la bellesa del diable" y fue tan grata su lectura así como la reunión con su autor que, cuando me enteré de esta presentación, no dudé en acudir. En el estrado nos esperaban Eduard Márquez (escritor), Josep Lluch (director de Edicions Proa) y, entre ambos, el autor, Isidre Grau.
El nuevo libro de Isidre, que todavía no he leído pues lo compré allí mismo, es, según palabras de Eduard una novela con tres historias, aunque Isidre matiza, tres texturas y una sola historia. Cada parte tiene su propio estilo, y para dar fe de ello, Eduard nos leyó, con voz profunda, diferentes párrafos.


Eduard Márquez leyendo unos párrafos de "Els amants volàtils"
e Isidre Grau a su lado
Eduard catalogó a Isidre, por ese motivo, como uno de esos escritores en peligro de extinción, debido al riesgo que ha tomado al escribir una novela con esa dificultad y que, sin embargo, resulta fácil de leer. Aprovechando que ambos también son profesores de escritura en el Ateneu, nos hicieron notar que, la literatura de Isidre tiende a ser cada vez más compleja pero, simultáneamente, a desnudarse. Es decir, cada vez utiliza más palabras habituales, se despoja de sinónimos complicados pero, sin embargo, cuida más la sintaxis, el estilo o el ritmo. Tendencia que, de hecho, es habitual hoy en día, y más en aquellos escritores con una trayectoria.
Al acabar la presentación, los asistentes que llenaban la sala Segarra, se acercaron a la mesa para saludar al autor y pedirle alguna que otra dedicatoria. Por mi parte preferí reservar la firma para una futura ocasión en la que, si es posible, quedemos otra vez con Isidre para comentar esta nueva novela.



Mientras llegaba a casa pensaba en los placeres de la vida, entre los que sin duda también se encuentra el contenido (y el continente) de la caja (mágica) que nos llegó hace un par de días y que puso la guinda a una tarde bien aprovechada.




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