Arte y ciencia (8ª parte)

Según el antiguo testamento, Dios creó el arco iris para recordar a los hombres la promesa a Noé según la cual nunca más volvería a destruir la Tierra con otro diluvio.


Y los artistas lo representaron en sus lienzos con absoluta fidelidad.

Aleksei Savrasov

Arkhip Ivanovich Kuindzhi

Nikolay Dubovskoy

George Inness

Caspar David Fiedrich

En contra del sentido común, para poder observar un arco iris es necesario que el Sol esté situado a nuestra espalda. Ello se debe a que los rayos cuando llegan a las gotas sufren dos difracciones (al entrar y salir de la gota) pero también una reflexión (en la parte posterior de la gota que actuaría como un espejo). También por ello es necesario que las gotas sean lo más esféricas posible, lo cual se consigue cuando la lluvia es fina y uniforme, o cuando se produce el spray de una cascada. Como el índice de refracción de la gota de agua es diferente para cada longitud de onda, la luz blanca acaba descompuesta en su espectro. Pero si os fijáis todos los arco iris se orientan de forma que el rojo queda por fuera y el azul por dentro. El siguiente dibujo os aclarará (más o menos) todo lo anterior:


Prolongando las líneas vemos que hasta el observador le llegan los rayos de la parte del espectro de los rojos desde arriba y de los azules desde abajo y eso es algo que se ha respetado en todos los cuadros. Pero, en ocasiones también podemos ver arco iris dobles.



Y también, en estos casos, el arte ha plasmado fielmente estos fenómenos meteorológicos:

Frederic Edwin Church

Sir John Everett Millais

Markó Károly

Peter Paul Rubens

En el arco secundario se producen más reflexiones en el interior de la gota lo que invierte el orden del espectro, hace que se vea por encima y también más débil. Además, la banda entre ambos arcos se ve más oscura debido a la absorción de la luz por la cortina de agua.

 

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