No era una tarde cualquiera. Fue la última tarde de 2012 en la que, tras seguir al cabezudo de gran nariz por toda Barcelona, fui a comer con Chordi y unos amigos suyos a les Quinze nits de la Plaza Real.
En principio pensaba que no podría pedir el menú, pero muy amablemente me lo adaptaron y comí bien, a buen precio y en buena compañía.
Seguidamente Chordi había quedado con un amigo graffitero para ir a ver la exposición de C215 y, aunque ya la había visto, los acompañé, ya que me parecía muy interesante conocer un poco más la forma de trabajar de estos artistas. De camino a la galería tuvimos la oportunidad de disfrutar del street art de Barcelona.
Tras visitar de nuevo la exposición de Christian Guemy en la Montana Gallery, pude asistir en directo a la creación de algunas obras:
Otras las encontramos todavía del día anterior. Una obra a doble cara. Sus monstruos, animales o robots, que están a medio camino entre Miró y Picasso, se apoderan de las basuras.
Y es que cuando nos miramos al espejo creemos que el que allí se refleja es una imagen exacta de nosotros mismos, pero para empezar la imagen está invertida, y en realidad, aunque la luz viaja muy rápido, no deja de ser una imagen del pasado. Por no hablar de la percepción que tenemos de nosotros mismos, nunca nuestra imagen nos parece la misma pues depende de nuestro estado de ánimo. Así que, ¿cómo podemos decir que el que se ve en el espejo somos nosotros? Tío, cuanta razón tenías.
La última tarde del 2012 fue especial. Una tarde inolvidable.
Ver además:
Barcelona en horas de oficina de Conxita: La Ruta del Arte de SETBA en el inigualable marco de la plaza Real
Milerenda: C215 en la Montana Gallery y restaurante meneghina
El último día del año
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