Tras reponer fuerzas en el restaurante de la librería Laie (ver post anterior) nos dirigimos hacia la Casa Macaya. Una vez más, no tuvimos que hacer cola y apenas hubo tiempo de espera para entrar.
Desde su construcción, en 1901, la Casa Macaya fue uno de los edificios sobresalientes de un Paseo San Juan cuya urbanización había sido proyectada para conectar el barrio de Gracia con la Barceloneta, pero que nunca llegó a producirse dicha conexión por la interposición del parque de la Ciudadela.
La Casa o "Palau" Macaya es obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch y fue declarado Bien Cultural en 1976.
La fachada es lo primero que llama la atención. En general su estuque blanco está únicamente decorado en algunas zonas por un esgrafiado ocre obra de Joan Paradís.
Una fachada, en principio austera, pero que queda compensada por la profusa decoración del balcón, ventanas y portales, así como de la tribuna.
La forja corrió a cargo de Manuel Ballarín, mientras que los excelentes trabajos en piedra se atribuyen a los colaboradores habituales del arquitecto: Eusebi Arnau y Alfons Jujol.
A destacar las dos figuras que rematan el arco de la puerta. Podríamos decir que se trata de la tradición y la modernidad. Por un lado se ve a un campesino en burro,
y por otro a un personaje sobre una bicicleta, toda una modernidad en aquella época.
Al parecer, el usuario de tal ingenio no era otro que el propio arquitecto que, en aquella época, se trasladaba sobre dos ruedas entre la Casa Macaya y la Casa Amatller que también estaba construyendo. En el interior continuaremos viendo más trabajo en piedra.
Si entramos por el portal por el que en su día entraban los carruajes, observaremos unas curiosas escaleras.
La función de estas escaleras, que ahora parecen no llevar a ninguna parte, era la de permitir descender a las damas del carruaje con comodidad.
Antes de entrar en el siguiente espacio podemos ver que, a la derecha, se encontraban las escaleras que daban acceso al resto de pisos por encima del principal. La disposición de las ventanas en esa fachada nos dan idea de que ahí se sitúa la caja de la escalera. Esto es así dado que, aunque la casa era para uso privado, el resto de viviendas se pusieron en alquiler y, obviamente, el acceso de los dueños y del resto de habitantes era diferente. Los carruajes se guardaban al fondo así como el resto del servicio.
Si penetramos en el patio central dejaremos a nuestra izquierda un hall con un mostrador de recepción de La Caixa (este edificio pertenece actualmente a esta entidad financiera).
Y, a continuación, se nos abrirá antes nosotros un enorme espacio cuadrado muy bien iluminado.
Lo primero que nos llama la atención del patio es el estilo gótico del mismo, con una estructura muy parecida a los palacios góticos medievales que podemos ver, por ejemplo, en la calle Montcada. Es decir, una escalera principal que conduce a la primera planta (la planta noble), con un gran patio cuadrado y, por encima, el resto de viviendas.
El diseño de los ventanales también es propio del estilo gótico, con el uso de las pequeñas columnas que sustentan los arcos ojivales, en este caso escalonados.
Y qué decir de la profusión de gárgolas que, actualmente, ya solo tienen una función estética, al estar el patio cerrado.
La escalera está también profusamente decorada en piedra y, en cada triángulo que forma el escalón, los artistas colocaron la imagen de una fábula.
También, decorando la escalera, vemos el escudo que se creó el industrial Romano Macaya Gibert.
Cómo no, el símbolo que escogió este comerciante para su escudo fue el caduceo de Hermes.
Pero el estilo general de la casa no es, únicamente, el propio del gótico, esta casa es, sobre todo, modernista, y eso se nota en el uso de los elementos naturales en la decoración. Así, si nos fijamos en los capiteles, en los forjados o, incluso, en la decoración del techo de la escalera,
veremos las hojas y los elementos florales casi omnipresentes.
Una vez hemos ascendido hasta la planta noble, descubrimos, tras pasar por un pequeño recibidor, una enorme sala completamente vacía.
Ahí seguimos con la explicación y nos comentan que, aunque el principal argumento del modernismo es, más que la arquitectura, los detalles ornamentales, esta casa carece de muchos de ellos debido a que durante la guerra civil fue trágicamente expoliada. Solo podemos ver, actualmente, algunos detalles en madera.
La casa fue adquirida por la entidad financiera "Caixa de Pensiones" que la remodeló y la abrió en 1949 como instituto educativo de sordomudos y ciegos. La Casa Macaya fue luego el germen del CaixaForum que ahora podemos visitar en la Casaramona también de Puig i Cadafalch. En aquel entonces, por tanto, era un centro de exposiciones. También albergó durante un tiempo el CosmoCaixa mientras se hacían las obras de reforma del museo. Actualmente, la Casa Macaya está destinada a albergar diferentes entidades sociales con salas polivalentes destinadas a promover encuentros sobre investigación.
La visita continuó mostrándonos el resto de las estancias.
Unos espacios habilitados para sus diferentes usos y decorados con muy buen gusto, tanto en sus adornos modernistas como en el mobiliario actual. Una visita muy recomendable.
Ver además:
48H OpenHouse, Casa Macaya Amb Hermes I Final Sopresa A La Casa De Les Punxes. De Neus Prats en La Meva Barcelona.
Barcelona 48 H Open House. De Andrés Paredes en Apu Barcelona Veodigital.
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